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LOLO FERNÁNDEZ EN EL MONUMENTAL

Lolo Fernández no ganó siempre todo pero jamás mató a nadie

El Monumental, un estadio sin tradiciones inventadas

Publicado: 2014-03-31

Un estadio de fútbol es un lugar de encuentro, un espacio cuasi público abierto a las opiniones que en ese momento con un solo verbo -juego- disputan en el campo y en las tribunas dos equipos. Es un área en donde aquello que se juega son diferentes identidades creadas a partir de espacios geográficos o sociales, identidades que se han convertido en marcas. Una, por ejemplo, el equipo del pueblo que juega con el corazón y que tiene en los paneles publicitarios marcas referidas a sectores socioeconómicos C-D de Lima. El otro es el equipo de la garra, de aquel que no quiere perder, con hinchas considerados arribistas a los que les venden marcas vinculadas a sectores A-B aunque ellos no necesariamente pertenezcan a esos sectores socioeconómicos.

Pero un estadio de fútbol es también un templo en donde ingresan los fieles de una nueva religión cuya fiesta central se celebra casi siempre el domingo y cuyos sacerdotes son aquellos que trasladan aquel objeto esférico que cada vez que ingresa al arco rival hace vivir un momento de clímax a sus seguidores. Pero un estadio es también un espacio hecho de concreto, con pasillos, escaleras, lugares de tránsito que se mimetizan con el entorno, con el vecindario, que lo hace suyo; con el cerro, que lo tutela. Pero cuando los seguidores de la nueva religión no hallan en el estadio aquellos espacios esperados, el recinto se convierte en un lugar lleno de sinsentidos en donde lo que ocurre en el campo no es lo más importante, es más, no interesa en absoluto, porque las opiniones que allí están en disputa no se identifican con el recinto, ni siquiera con aquella opinión del dueño de casa.

En un estadio así solo interesa dotar de sentido esos espacios perfectamente diseñados para que el espectador compre una marca pero en donde los barristas disputan por identidades lejanas, apartadas del recinto, vagas al lado del cerro. Por ello el sentido que los barristas de Universitario le dan a su recinto es uno violento, en donde interesa ganar no tanto en la cancha sino sobre todo en la tribuna, en las escaleras, en los pasillos adyacentes. Tal vez si el Monumental hubiese tenido una historia llena de victorias, los hinchas de Universitario de Deportes le hubieran encontrado sentido a las butacas coloridas, al espacio de Norte totalmente abierto, a los palcos.

Pero el Monumental nació en medio de una criollada; con hinchas que no pudieron ingresar a las tribunas el día de la inauguración pese a que tenían boleto; con barristas que se colaron por el cerro pese a que no tenían entrada y con ladrones que se filtraron por el mismo lugar para robar autopartes. Alguien que entendía lo que significa la identidad, el sentido, pintó el rostro de Lolo Fernández en la tribuna de oriente, pero ello sólo parece interesarle a los periodistas de Fox Sports que han preguntado por ese rostro más de una vez más e incluso lo han confundido con un héroe nacional, como José Olaya, aunque para los cremas Lolo es también un héroe nacional.

Le hicieron un pago a la tierra para calmar al cerro, al Apu que está al lado del estadio, en cuyas faldas se halló un cementerio inca. Los hinchas del equipo rival se burlan, sin embargo, por el pago que la “U” aún no le hace a la empresa constructora por lo que para muchos el estadio no le pertenece a Universitario. Y si en el sentir de muchos el estadio no le pertenece a Universitario, no puede nacer allí identidad futbolística. El único sentido que le han podido dotar algunos inadaptados es el de la violencia, aquella que viven en sus barrios, alrededor de pandillas reunidas y separadas por colores de camisetas futbolísticas.

Incluso cuando Carlos Galván besaba la Copa Movistar, aquella que decía que Universitario era el campeón de 2009, le pedía a los hinchas que alentaran. Había un silencio casi absoluto, frío. Qué distinto con aquel título obtenido por la “U” en el estadio Lolo Fernández en 1992 con Roberto Martínez en los hombros de los hinchas, con tribunas llenas de banderas.

El estadio Monumental es ajeno para todos y, aparentemente, la administración temporal de la “U” ha aceptado de buena gana la suspensión por 30 días que le ha impuesto al recinto la municipalidad de Ate. Ahora podrán ir a jugar al estadio Nacional que, aunque le pertenece al Estado, todos lo sienten como suyo.

¿Cómo lograr identidad crema en el monumental? Habrá que inventar tradiciones al más puro estilo investigado brillantemente por el historiador británico Eric Hobsbawm. Eso debe ser hecho por los propios hinchas cremas. El Marketing puede inventar mensajes subliminales pero no tradiciones. Pero sin duda, la tradición que deberán inventar pronto es la de cómo seguir festejando victorias, empates y derrotas. ¿Cómo seguir siendo crema en un estadio que los hinchas sienten no les pertenece y en donde su equipo no gana? Lolo no ganó todos sus partidos; es más, tuvo rachas negativas muy largas. Lolo no lo ganó todo pero jamás mató a nadie. En el mundo del fútbol se puede ganar, empatar o perder. Lo que jamás se puede hacer es matar. Todo el peso de la ley para los asesinos. Pero para que no vuelvan a ocurrir desgracias en ese espacio cuasi público, en ese templo, en ese lugar hecho de concreto, habrá que construir tradiciones que surjan a partir del máximo ídolo, Lolo Fernández, pero que se confundan con los jóvenes jugadores y barristas que representan el sentir de los actuales limeños y peruanos hinchas de Universitario. Jugar por dos soles cincuenta y por amor a una camiseta es romántico pero ya no alcanza para dotar de sentido a un estadio. Habrá que sumarle a esa frase algo más para que el Monumental sea un espacio de discusión de todo aquello que ocurre en su cancha y nada más.


Escrito por

Jaime Pulgar Vidal Otálora

Historiador y periodista deportivo


Publicado en

jaimefpvo

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